Hay casos en que la figura del artista desata más pasión que su obra en sí misma. Esto que digo podría ser la tónica general con creadores más contemporáneos o incluso estrellas del pop en los que su estética personal, aderezada y respaldada por una estrategia marketiniana, eclipsa la pieza que en teoría se pretende vender. Pero este primer statement es más complicado de entender cuando la nómina de obras del artista en cuestión incluye piezas fundamentales para entender el arte y la historia del siglo XX como son el Guernica o Las señoritas de Avignon.
De Picasso sabía todo lo que me habían enseñado en la época de escuela, que no fue mucho, salvo repetidas menciones al Guernica por su vinculación histórica y alguna que otra visita al Reina Sofía. Una idea del artista y su obra que ahora considero tal vez vaga . Las visitas al museo se siguieron sucediendo después de la escuela y ya con una percepción más afinada, empecé a bucear en el universo de Picasso.
Pese a tener una vasta parte de su obra en Madrid, no fue sino hasta el 2012 en Londres cuando tuve mi primera gran revelación con la obra de Picasso en una época de mi vida en la que, tal vez por un exceso de juventud, encontraba demasiada belleza en la expresión dramática. Y no es que ahora no la encuentre, pero me resarzo menos.
El British Museum exhibía entonces una colección de grabados y dibujos de Picasso y entre ellos uno que captó poderosamente mi atención. Esa fue mi primera gran conexión con una obra eludiendo cualquier plano estético y de ahí en adelante, percibir el arte tuvo más implicaciones en mi vida.
Y finalmente, no recuerdo exactamente cómo, descubrí una serie de retratos de Picasso en su casa y en su estudio que me conectaron irremediablemente con la proyección que en algún momento dado yo había hecho de mí mismo, y de un modo u otro yo también experimenté la felicidad de imaginarme casi desnudo en una habitación llena de papeles, pinturas y lienzos.
A continuación, una selección de las fotos que me introdujeron en el universo creativo y familiar de Picasso, que me ayudaron a descolgar su figura de la pared blanca de un museo y que a día de hoy me siguen inspirando.

















